Un hombre fue declarado incapacitado para trabajar por ser adicto al heavy metal

Un tribunal sueco reconoció que su intensa dedicación al heavy metal le impedía llevar a cabo su trabajo de manera regular, otorgándole una pensión mensual.

Un hombre fue declarado incapacitado para trabajar por ser adicto al heavy metal

Un hombre sueco de 42 años llamado Roger Tullgren logró que el estado le concediera una pensión por incapacidad. ¿La causa? Su adicción al heavy metal.

Esto puede parecer un chiste, pero es totalmente cierto. El hombre aseguraba que su adicción a esta música le impedía desempeñarse en casi cualquier trabajo. No solo porque depositaba toda su concentración en la música y era incapaz de abandonarla para realizar otras tareas. También porque asistía a unos 300 conciertos al año. 

Obviamente, en un principio se le tomó a broma. Sin embargo, tras la lectura de los informes de tres psicólogos distintos, la justicia sueca le concedió una pensión de 400 euros mensuales.

Eso sí, no se declaró totalmente incapacitado para trabajar. Por eso, se le ayudó a encontrar un trabajo a media jornada que fuese compatible con su adicción al heavy metal.

Así fue como llegó a un puesto de lavaplatos en un restaurante. Su jefe le permite llevar ropa metalera y escuchar la música que desee mientras lleva a cabo su labor. De esta manera, puede complementar esos 400 euros y tener suficiente dinero para vivir. Y para pagarse más conciertos, ya que, como él mismo declaró en una entrevista en 2016, el heavy metal es su vida.

¿Se puede tener adicción al heavy metal?

Antes de hablar sobre adicción al heavy metal habría que retroceder un paso y comprobar si una persona puede ser adicta a la música.

Si nos ceñimos a los manuales de psicología, la respuesta rápida es que no. Sin embargo, es cierto que hay puntos en los que se podría hablar de algo parecido a una adicción.

Para empezar, sabemos que las adicciones se producen por una estimulación excesiva de los sistemas de recompensa cerebrales. Esta es una respuesta fisiológica que se produce para generar placer ante estímulos que son evolutivamente beneficiosos.

Por ejemplo, el sexo es placentero porque ayuda a perpetuar la especie. Esa sensación de placer se debe a la dopamina, que se libera ante este estímulo de manera que queramos realizarlo otra vez.

Ocurre lo mismo con la ingesta de comidas muy calóricas. Puede que no sean saludables, pero nos dan energía y eso es lo que interpreta nuestro cerebro mientras impulsa la liberación de dopamina.

Desgraciadamente, algunas sustancias o hábitos nocivos también pueden estimular los sistemas de recompensa. Hay personas que son especialmente sensibles, por lo que repiten el estímulo una y otra vez, de manera que cada vez quieren más y más.

Es así como empiezan las adicciones. Se ha visto que las personas que sienten escalofríos al escuchar música los experimentan precisamente por una liberación de dopamina.

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