Hijo Andrés Aberasturi: nombre, edad, enfermedad y quién es
Descubra quién es el hijo del periodista español Andrés Aberasturi y la limitación física que padece. Aquí hay más detalles.
El hijo del periodista y presentador Andrés Aberasturi cambió la vida por completo de su padre después de nacer con parálisis cerebral; sin embargo, el comunicador lo define como una historia para contar a través de su libro “Es una putada y no hay ninguna razón”.
Andrés Aberasturi es conocido por ser apasionado en su labor y por ser uno de los periodistas más influyentes de España. A lo largo de su vida ha trabajado en múltiples medios de comunicación, incluyendo Televisión Española, Antena 3, Telecinco, Canal Sur, ETB y Telemadrid.
Además de ser reconocido por su capacidad y conexión con las personas, se caracteriza por su estilo franco y directo y ha sido destacado en programas informativos y de entretenimiento.
¿Quién es el hijo de Andrés Aberasturi?
El hijo de Andrés Aberasturi es Cristóbal, o mejor conocido como Cris, un joven que nació con parálisis cerebral en 1980, por lo que actualmente tiene alrededor de 44 años de edad. Su condición ha tenido un impacto significativo en su familia.
La enfermedad que padece Cris es un tema central en la vida de su padre Aberasturi, tanto que escribió múltiples obras en su nombre: “Cómo explicarle al mundo” y “Es una putada y no hay ninguna razón”.
Cris es descrito como una persona que, a pesar de sus limitaciones físicas, es una fuente de inspiración y aprendizaje para su padre. En una entrevista, su padre compartió sobre la resiliencia y el amor incondicional que le brinda su hijo.
Las manos de Cristóbal Aberasturi son blancas, húmedas y pequeñas, y no necesitan ni una sola sesión de quiromancia porque se leen solas.
“Las manos de mi hijo no empuñarán banderas ni fusiles, ni moldearán el barro, ni escribirán sonetos. Pero las manos de mi hijo nunca harán daño”, manifiesta Aberasturi para EL Mundo.
El día en que nació Cristóbal
El día en que nació, Cristóbal Aberasturi Páez vino al mundo sin diagnóstico y sin paladar, y al poco tiempo le tuvieron que fijar la lengua con puntos para que no se la tragara.
Aberasturi aún recuerda la boca de su hijo amoratada y rota, “deformada por las pinzas que debieron usar para operarle”; aquella cabeza pinchada.
“Le operaron de la cadera y tuvo una infección generalizada en todo el cuerpo. En casa veíamos que no iba bien. Las heridas no le cerraban. Los ojos se le empezaban a hundir. La verdad, la puta verdad, es que yo habría dicho que le dejaran tranquilo”, describió Aberasturi.